¿Cuando hay que empezar a preocuparse? ¿Cómo se pueden prevenir los trastorno alimentarios en el hogar?
Los problemas con la alimentación en los trastornos de la conducta alimentaria tienen origen en problemáticas psicológicas, las cuales están presentes mucho antes de que aparezcan los signos físicos de la enfermedad. Estas problemáticas invaden las ideas y los pensamientos de manera furtiva, por lo que el cambio físico se acompaña y está precedido por cambios en el carácter: inestabilidad emocional, irritabilidad, cambios de humor, entre otros.
La adolescencia es una etapa de riesgo para el comienzo de los trastornos alimentarios (anorexia, bulimia y trastorno por atracón) porque es una etapa de cambios físicos, psicológicos y de búsqueda de identidad. El adolescente que intenta controlar su peso y su cuerpo adquiere una falsa sensación de control sobre esas necesidades y emociones que experimenta tan excesiva y desorganizadamente.
Por desgracia, la atención a la nutrición, la eliminación de ciertos alimentos como la pasta o los postres, y la obsesión por la imagen están presentes en muchos adolescentes, lo que hace que no se asocie este comportamiento con la gravedad que puede llegar a tener. Sin embargo, cuando esta atención se vuelve continua, obsesiva y se acompaña de algunas conductas, debe hacernos reflexionar sobre la posibilidad de que algo está pasando. Hay que tener en cuenta que los trastornos alimentarios son diferentes y que su comienzo puede ser muy sutil e insidioso.
Desde la familia podemos contribuir a la prevención de los trastornos de la conducta alimentaria. ¿Cómo podemos hacerlo?:
- Potenciando la autoestima de los hijos/as, elogiándolos por como son y reforzando positivamente todo lo relacionado con su personalidad y sus habilidades.
- Favoreciendo la aceptación del propio cuerpo, enseñándoles a aceptar las diferencias entre las personas y a respetar a todo el mundo independientemente de su aspecto físico.
- Potenciando el espíritu crítico hacia los estereotipos de belleza.
- Dando pautas adecuadas para unos hábitos alimentarios saludables.
- Fomentando la comunicación en la familia y facilitando la expresión emocional.
- Promoviendo hábitos deportivos saludables.
- Potenciando la aceptación de normas de convivencia y la tolerancia a la frustración.